jueves, 8 de julio de 2010

Puedo reconciliarme de Mario Benedetti


Puedo reconciliarme
Con la luna tediosa y congelada
Con la puerilidad de los profetas
Con el viejo sudario del crepúsculo.
Puedo reconciliarme
Con el milagro de las pesadillas
Con el recodo del triste invierno
Con la cursilería del laúd.
Pero nunca podré reconciliarme
Con los buhoneros de la muerte
Los cascabeles del olvido
Los sicofantes de mi pánico.
Nunca podré reconciliarme
Con los depredadores de mi gente
El aguinaldo de los delatores
La desmemoria de los fusileros.

jueves, 1 de julio de 2010

A Todos, a Vosotros, de Pablo Nerúda

A todos, a vosotros,
los silenciosos seres de la noche
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,
lámparas
de la luz inmortal, líneas de estrella,
pan de las vidas, hermanos secretos,
a todos, a vosotros,
digo: no hay gracias,
nada podrá llenar las copas
de la pureza,
nada puede
contener todo el sol en las banderas
de la primavera invencible,
como vuestras calladas dignidades.

Solamente pienso que he sido tal vez digno de tanta
sencillez, de flor tan pura,
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido.

A todo, a todos,
a cuantos no conozco, a cuantos nunca
oyeron este nombre, a los que viven
a lo largo de nuestros largos ríos,
al pie de los volcanes, a la sombra
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,
a indios azules en la orilla
de lagos centelleantes como vidrios,
al zapatero que a esta hora interroga
clavando el cuero con antiguas manos,
a ti, al que sin saberlo me ha esperado,
yo pertenezco y reconozco y canto.

viernes, 18 de junio de 2010

Tengo el alma quemada, de José Saramago

En homenaje a José Saramago, hoy día de su muerte,Junio 18 de 2010.


Tengo el alma quemada
Por saliva de sapo
Fingiendo que descubro
Tapo
La palabra me infecta
Bajo la piel de apariencia
Pongo remedio seguro
Paciencia
En esta mal no se vive
Pero tampoco se muere
Cuando el ave no vuela
Corre
Quien no llega a las estrellas
Las puede ver desde la tierra
Quien no tiene voz para el canto
Berrea

miércoles, 16 de junio de 2010

Cultivo una rosa blanca, de José Martí

Cultivo una rosa blanca
En Junio como en Enero,

Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,

Cardo ni ortiga cultivo
cultivo una rosa blanca.

Pausa, de Mario Benedetti

De vez en cuando hay que hacer
una pausa

contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana

examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa

y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.

domingo, 13 de junio de 2010

Canción con Todos, de Armando Tejada Gómez


Salgo a caminar
por la cintura cosmica del Sur,
piso en la región
más vegetal del viento y de la luz
Siento al caminar
toda la piel de américa en mi piel
Y anda en mi sangre un río
que libera mi voz, su caudal.
Sol de alto Perú, Rostro Bolivia,
estaño y soledad; un verde Brasil
besa a mi Chile cobre y mineral
Subo desde el sur hacia la
entraña América y total,
pura raíz de un grito
destinado a crecer
y a estallar.

Todas las voces, todas;
todas las manos todas;
toda la sangre puede
ser canción en el viento.

Canta conmigo canta,
latinoamericano,
libera tu esperanza
con un grito en la voz.

Gracias a la Vida, de Violeta Parra

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dió dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado,
y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído, que en todo su ancho
graba noche y día; grillos y canarios.
martillos, turbinas, chubascos
y la voz tan tierna de mi enamorado.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y ell abecedario,
con el las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano y luz, alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me dió el corazón, que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano,
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto;
así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto
y el canto de ustedes, que es el mismo canto,
y el canto de todos, que es mi propio canto.

Gracias a la vida...

Las Simples Cosas, de Armando Tejada Gómez


Uno se despide insensiblemente de pequeñas cosas,
lo mismo que un árbol que en tiempo de otoño se queda sin hojas.
Al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas,
esas cosas simples que quedan doliendo en el corazón.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida,
y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demórate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
donde encontrarás con el pan al sol la mesa tendida.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

martes, 8 de junio de 2010

Amigos, de Vinicius de Morais


Tengo amigos que no saben el lugar que ocupan em mi corazón.
No perciben el amor que les profeso y la absoluta necesidad que tengo de ellos.
El “amor-amistad “es un sentimiento más noble que el “amor-pareja”, pues permite que su objeto de cariño se divida en otros afectos, mientras el “amor-pareja” tiene intrínsecos los celos, que no admiten la rivalidad.
Y yo podría soportar, sin embargo no sin dolor,
que hubiesen muerto todos mis amores,
¡Pero enloquecería si muriesen todos mis amigos!
Hasta aquellos que no perciben cuánto son mis amigos
y cuánto mi vida depende de sus existencias...
A algunos de ellos no los frecuento, me basta saber que existen.
Esta mera condición me llena de coraje para seguir en frente de la vida.
Sin embargo, porque no los frecuento con asiduidad,
no les puedo decir cuánto los aprecio. Ellos no lo creerían.
Muchos de ellos están leyendo esta crónica y
no saben que están incluidos en la sagrada relación de mis amigos.
Mas es delicioso que yo sepa y sienta que los adoro,
aunque no se los diga y no los frecuente.
Y las veces que los frecuento, noto que ellos no tienen noción
de cómo me son necesarios, de cómo son indispensables
a mi equilibrio vital, porque ellos hacen parte del mundo que yo,
trémulamente, construí y se tornaron en fundadores de mi encanto por la vida.
Si uno de ellos muriera, yo quedaría torcido para un lado.
Si todos ellos murieran, ¡yo me desmoronaría!
Es por eso que, sin que ellos sepan, yo rezo por sus vidas.
Y me avergüenzo, porque esa súplica está, en síntesis,
dirigida a mi bienestar. Ella es, tal vez, fruto de mi egoísmo.
A veces, me sumerjo en pensamientos sobre alguno de ellos.
Cuando viajo y estoy delante de lugares maravillosos,
me cae alguna lágrima porque no están junto a mi,
compartiendo aquel placer...
Si alguna cosa me consume y me envejece ,
es que la rueda furiosa de la vida no me permite
tener siempre a mi lado, habitando conmigo,
andando conmigo, hablando conmigo,
viviendo conmigo, a todos mis amigos, y,
principalmente los que solo desconfían
o tal vez nunca van a saber ¡que son mis amigos!
La gente no hace amigos, ¡¡¡los reconoce!!!

miércoles, 2 de junio de 2010

A qué le llaman distancia, de Atahualpa Yupanqui

A qué le llaman distancia,
eso me habrán de explicar,
sólo están lejos las cosas
que no sabemos mirar.

Los caminos son caminos
en la tierra y nada más,
las leguas desaparecen
si el alma empieza a aletear.

Hondo sentir, rumbo fijo,
corazón y claridad.
Si el mundo está dentro de uno
afuera, por qué mirar.

Qué cosas tiene la vida,
misteriosas por demás,
uno está donde uno quiere,
muchas veces sin pensar.

Si los caminos son leguas
en la tierra y nada más
a qué le llaman distancia,
eso me habrán de explicar.

martes, 25 de mayo de 2010

Te quiero, de Mario Benedetti


Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero.

Y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

¿Por qué cantamos?, de Mario Benedetti

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil.

Usted preguntará por qué cantamos?

Si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza.

Usted preguntará por qué cantamos?

Si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro.

Usted preguntará por qué cantamos?

Cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.

Cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.

Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.

Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.

Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.

Es Verdad, de Federico García Lorca

¡Ay, qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco para hacer pañuelos?

¡Ay, qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!

Volverán, de Gustavo Adolfo Béquer

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el alba en sus cristales,
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores abrirán;

pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...,
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;

pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!

lunes, 24 de mayo de 2010

Poema 6, de Pablo Neruda

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Perlas Negras, de Amado Nervo

Al oír tu dulce acento
me subyuga la emoción,
y en un mudo arrobamiento
se arrodilla el pensamiento
y palpita el corazón...
Al oír tu dulce acento.
Canta, virgen, yo lo imploro;
que tu voz angelical
semeja el rumor sonoro
de leve lluvia de oro
sobre campo de cristal.
Canta, virgen, yo lo imploro:
es de alondra tu garganta,
¡canta!
¡Qué vagas melancolías
hay en tu voz! Bien se ve
que son amargos tus días.
Huyeron las alegrías,
tu corazón presa fue
de vagas melancolías.


¡Por piedad! ¡No cantes ya,
que tu voz al alma hiere!
Nuestro amor, ¿en dónde está?
Ya se fue... todo se va...
Ya murió... todo se muere...
Por piedad, no cantes ya,
que la pena me avasalla...
¡Calla!

Alas de seda, de José Eustasio Rivera


Persiguiendo el perfume de risueño retiro,
la fugaz mariposa por el monte revuela,
y en esos aires enciende sutilisima estela
con sus pétalos tenues de cambiante zafiro.

En la ronda versátil de su trémulo giro
esclarece las grutas como azul lentejuela;
y al flotar en la lumbre que en los ámbitos riela,
vibra el sol y en la brisa se difunde un suspiro.

Al rumor de las lianas y al vaivén de las quinas,
resplandece en la fronda de las altas colinas,
polvoreando de plata la florida arboleda;
y la gloriosa en el brillo de sus luces triunfales,
sobre el limpio remanso de sernos cristales
pasa, sin hacer sombra, con sus alas de seda.

viernes, 21 de mayo de 2010

Ir al extranjero, de Orzul Omriz

Este es una recopilación de
los poemas de mi padre,
Omar Ríos Zuluaga, Orzul Omriz
de su libro Memorias Sueltas.

Antes de salir de mi Patria querida
para recorrer al mundo, yo como extranjero
prefiero conocerla, a ella primero
y decir que bella es mi Colombia, la tierra de mi vida.
Pisar y caminar su suelo, toda su geografía
y conocer y admirar, todo su territorio,
y con sus hermosas mujeres, ser el Juan Tenorio
y así exclamar que no hay como la tierra mía.

Llegar a Nueva York, Miami, Los Angeles
para mí son tierras extrañas
y luego con más amor, a mi Patria volver.
!Viva Colombia!

El vuelo de las aves

Cuando las nubes se mueven
y las aves en ellas volando van
al verlas, mi corazón se conmueve
llevando en su vuelo ellas su peregrinar.

Vuelan que vuelan aves de hermosos colores
sobre el blanco y azul de las nubes
llevan raudo en sus vuelos sus amores.

Unas que vienen bajando y otras que suben
unas regresan a sus nidos,
y otras los han abandonado
llevando en sus vuelos, lamentos y gemidos
por que tal vez han perdido a su dichoso amado.

Gitana española

Yo miro en tu rosto
una sonrisa encantadora
que me vuelve loco
ay mi gitana española.

De mi alma sos el embrujo
que la hiciste prisionera
mi vida está hecha rebrujo
por tu garbo mujer tesonera.

Ay mi gitana,
es tu rostro encantador
tus sonrisas lo engalanan
haciendo más grande mi amor.

Ay mi gitana, y olé.

jueves, 20 de mayo de 2010

Callémonos un rato, de Carlos Castro Saavedra

En época de elecciones en Colombia, (mayo 2010)
que nuestros candidatos lean este bello poema.

Hemos hablado mucho, compatriotas,
¿porqué no nos callamos
para que las palabras se maduren
en medio del silencio
y se vuelvan arroz,
cajas de pino, escobas,
duraznos y manteles?
Hacemos mucho ruido
y repetimos la palabra muerte
hasta que la matamos.
Decimos mucho corazón
y gastamos el fruto más hermoso del pecho.
Lo que importa es el río,
no su nombre.
Lo que interesa es pan
y no discursos
sobre las propiedades de la harina.
El mar es bello porque es mar
y no porque lo cantan los poetas,
y existirían piñas
aunque no se llamaran como llaman.
Bajo la tierra crece la semilla
porque el surco no habla
ni le pone adjetivos a la espiga.
Un hombre que se calla largamente
se convierte en camino,
y si guarda silencio su mujer
puede volverse viaje.
Callémonos un rato,
al menos para ver qué le sucede
a la palabra uva.
Es posible que crezca y se derrame
hasta llenar el mundo de dulzura
y cascadas de vino.

Soledad, de Meira Delmar

(Del libro Alba de olvido)

Nada igual a esta dicha
de sentirme tan sola
en mitad de la tarde
y en mitad del trigal;
bajo el cielo de estío,
y en los brazos del viento,
soy una espiga más.

Nada tengo en el alma.
Ni una pena pequeña,
ni un recuerdo lejano
que me hiciera soñar...
Sólo tengo esta dicha
de estar sola en la tarde
¡con la tarde no más!

Un silencio muy largo
va cayendo en el trigo,
porque ya el sol se aleja
y ya el viento se va;
¡quién me diera por siempre
esta dicha indecible
de ser, sola y serena,
un milagro de paz!

miércoles, 12 de mayo de 2010

Instantes, de Jorge Luís Borges

Si tan solo comprendiéramos estas palabras de este gran poeta. A veces se nos olvida vivir la vida.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico.

Correría más riesgos, haría más viajes,
contemplaría más atardeceres, subiría más montañas,
nadaría más ríos.

Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;

Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.

Daría más vueltas en calesita, contemplaría
más amaneceres y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez la vida por delante.

Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.



Besos, de Gabriela Mistral

Así de ardiente, así de vehemente,
diamante en su pasión transfigurado.
Amarte a ti, universo deseado.

Besos que pronuncian por si solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan solo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie a descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero... ? indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios.
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y que viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Alma Música, de Nicolás Guillén

Yo soy borracho. Me seduce el vino
luminoso y azul de la Quimera
que pone una explosión de Primavera
sobre mi corazón y mi destino.

Tengo el alma hecha ritmo y armonía;
todo en mi ser es música y es canto,
desde el réquiem tristísimo de llanto
hasta el trino triunfal de la alegría.

Y no porque la vida mi alma muerda
ha de rimar su ritmo mi alma loca:
aun mas que por la mano que la toca
la cuerda vibra y canta porque es cuerda.

Así, cuando la negra y dura zarpa
de la muerte destroce el pecho mío,
mi espíritu ha de ser en el vacío
cual la postrera vibración de un arpa.

Y ya de nuevo en el astral camino
concretara sus ansias de armonía
en la cascada de una sinfonía,
o en la alegría musical de un trino.

Guitarra en duelo mayor

Anoche cuando dormía, de Antonio Machado

Soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

Hagamos un trato, de Mario Benedetti

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo.

Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo.

Pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.