jueves, 8 de julio de 2010

Puedo reconciliarme de Mario Benedetti


Puedo reconciliarme
Con la luna tediosa y congelada
Con la puerilidad de los profetas
Con el viejo sudario del crepúsculo.
Puedo reconciliarme
Con el milagro de las pesadillas
Con el recodo del triste invierno
Con la cursilería del laúd.
Pero nunca podré reconciliarme
Con los buhoneros de la muerte
Los cascabeles del olvido
Los sicofantes de mi pánico.
Nunca podré reconciliarme
Con los depredadores de mi gente
El aguinaldo de los delatores
La desmemoria de los fusileros.

jueves, 1 de julio de 2010

A Todos, a Vosotros, de Pablo Nerúda

A todos, a vosotros,
los silenciosos seres de la noche
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,
lámparas
de la luz inmortal, líneas de estrella,
pan de las vidas, hermanos secretos,
a todos, a vosotros,
digo: no hay gracias,
nada podrá llenar las copas
de la pureza,
nada puede
contener todo el sol en las banderas
de la primavera invencible,
como vuestras calladas dignidades.

Solamente pienso que he sido tal vez digno de tanta
sencillez, de flor tan pura,
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido.

A todo, a todos,
a cuantos no conozco, a cuantos nunca
oyeron este nombre, a los que viven
a lo largo de nuestros largos ríos,
al pie de los volcanes, a la sombra
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,
a indios azules en la orilla
de lagos centelleantes como vidrios,
al zapatero que a esta hora interroga
clavando el cuero con antiguas manos,
a ti, al que sin saberlo me ha esperado,
yo pertenezco y reconozco y canto.